Se
nos ha comunicado el deceso el 6 de enero de 2019, del Sr. Allen Morrison a la
edad de ochenta y cuatro años, en la ciudad de Nueva York, (EE.UU.) de donde
era oriundo, como desenlace de un progresivo deterioro de su estado de salud.
Allen Morrison (derecha) en su condición de anfitrión de nuestro amigo Lucio Peñaloza Funes, presidente de la Asociación Amigos del Tranvía de Córdoba, en oportunidad de su viaje a Nueva York, EE.UU.
Para
quienes no han sabido de él, podemos decir que Allen fue uno de los más
importantes estudiosos y difusores del transporte urbano eléctrico a nivel
mundial. Pero en nuestro acotado
ambiente, conocemos al Allen “amigo”: un hombre que hacía docencia con cada
palabra que pronunciaba, y que era dueño de una visión cosmopolita del más
amplio espectro, poco frecuente en personas de su misma nacionalidad. Tal era
así, que dominaba el idioma castellano como pocos angloparlantes saben o desean
hacerlo.
El trolebús FIAT N° 35, uno de los menos deteriorados de la flota ya privatizada, circula rodeando el monumento a Domingo Faustino Sarmiento en calle San Juan, ciudad de Rosario. Fue durante el primer viaje de Allen Morrison, a principios de los años '80.
Desde
muy joven demostró curiosidad para con los sistemas tranviarios y subterráneos
de América Latina; no con un punto de vista exótico, sino confiriéndole tanto
valor como a aquellas redes de los países más desarrollados. Su página
“Electric Transport in Latin América” (tramz.com) es fuente permanente de
consulta para entusiastas y profesionales que desean aprender sobre el
transporte eléctrico en los países de habla luso-castellana. Será pues ese
sitio de internet, uno de sus legados más preciados.
Testimonio gráfico de los improvisados "trolebuses" ensamblados por la primera concesionaria privada en 1981, obtenido en la Av. Salta por la oportuna cámara de Allen.
Dentro
de su dilatada recorrida en derredor al Orbe, tuvimos la suerte de tenerlo en
Rosario en dos oportunidades: a principios de la década de 1980, cuando los
trolebuses de nuestra ciudad ya sufrían una declinación que parecía
irreversible (producto de su privatización) así como en el año 1994, en el
resurgimiento del mencionado medio de transporte. En ambas ocasiones, estuvo
acompañado de su cámara de fotos, gracias a la cual hoy gozamos de valiosos
testimonios gráficos que Allen no dudó en compartir.
Más
allá de su entusiasmo y sabiduría, procuramos evocar a Allen Morrison desde su
perfil como persona: afable, educado, siempre con una sonrisa explicándonos sus
observaciones sobre las distintas redes de transporte eléctrico. En síntesis,
Allen no se guardaba nada: ni sus fotos (en lo material), ni sus anécdotas y
conocimientos: bienes intangibles que muy pocos están dispuestos a hacer
conocer. Morrison los entregaba como si fuese lo más natural.
En el resurgimiento de la Línea K de Trolebuses, Allen volvió a Rosario para captar esa memorable época. Acá vemos al trolebús N° 13 luego de pasar por Las Cuatro Plazas, en el Barrio Belgrano.
No
nos equivocamos si decimos que el Transporte Eléctrico ha perdido a uno de los
mayores “Quijotes” que lo han defendido y difundido en un siglo y medio de
historia, luchando hasta sus últimos días contra “molinos de viento” devenidos
en caucho, petróleo y combustión interna.
Para
los integrantes de la Asociación Rosarina Amigos del Riel es la pérdida de un
dilecto compañero a la distancia, aliado en las buenas y en las malas. Se nos
antoja que Allen nos seguirá sonriendo desde alguna estrella tan brillante como
la chispa que despide la roldana del Tranvía al “pulir” el cobre que lo
alimenta.
¡Buen viaje, querido Allen Morrison!